Un día con Jane Austen: Visitando su casa en Bath

La luz de la mañana se filtraba entre las cortinas mientras entraba a la casa de Jane Austen en Bath, un lugar que parecía congelado en el tiempo. Cada rincón de la vivienda susurraba historias de una época donde las normas sociales dictaban hasta los más mínimos gestos, pero donde la ironía y la observación crítica de Jane rompían con la rigidez de la sociedad.  

En la sala principal, una mesa modesta se encontraba cubierta con papeles y una pluma antigua, como si la escritora acabara de dejar su trabajo para tomar un té. En ese instante, un extraño sonido me sobresaltó. Era imposible, pero al darme vuelta, allí estaba Jane, vestida con un impecable vestido de muselina, mirándome con curiosidad.  

"¿Eres un viajero de otra época?" preguntó con voz calmada pero inquisitiva.  

Titubeé, incapaz de articular una respuesta coherente. Jane, siempre observadora, sonrió. "¿Te parece extraño Bath, con sus salones de baile y sus paseos por el Royal Crescent? Ven, déjame mostrarte."  

En un parpadeo, estábamos caminando por las calles de la ciudad. Los carruajes pasaban lentamente mientras los caballeros alzaban sus sombreros y las damas cuchicheaban tras abanicos. Jane me llevó al salón de baile de las Assembly Rooms, donde los violines tocaban una melodía animada.  

"¿Ves cómo bailan?" dijo señalando una pareja. "Todos quieren encontrar amor, pero las apariencias y las fortunas pesan más que los sentimientos."  

Finalmente, nos detuvimos junto al río Avon, donde Jane se quedó mirando el agua. "Mi querido visitante del futuro, espero que en tu tiempo la gente valore más lo que somos que lo que poseemos. Pero dime, ¿mi trabajo sobrevivió?"  

"Más que eso, Jane. Eres una de las escritoras más admiradas de todos los tiempos."  

Su sonrisa, mezcla de satisfacción y humildad, fue lo último que vi antes de que todo se desvaneciera. Volví a encontrarme en su casa, rodeado del silencio de los siglos. Pero algo había cambiado: sobre la mesa, había un papel que antes no estaba. Solo tenía una frase: *'La ironía es el mejor testigo del tiempo.'*  

Salí de la casa de Jane Austen en Bath con una sensación de conexión inexplicable, como si hubiese compartido un día en su mundo. Y en cierto modo, quizás lo hice.  

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