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In el misterioso pueblo de Sombravilla, se contaba la leyenda del jinete sin cabeza, una figura que cabalgaba en las noches oscuras, aterrorizando a los habitantes. Sin embargo, lo que pocos sabían era que esta historia tenía tantas versiones como personas que la contaban.
Un frío y nublado día, el viejo y excéntrico contador de historias, don Esteban, se dispuso a relatar su versión a un grupo de niños en la plaza del pueblo. Con una sonrisa astuta, comenzó:
"El jinete sin cabeza no es como todos piensan. No siempre fue un espectro aterrador. No, no. En realidad, era un panadero llamado Hugo, famoso por sus deliciosos pasteles. Una noche, mientras Hugo horneaba un pastel gigante para el festival del pueblo, un misterioso viajero llegó a su tienda."
"Este viajero, que decía ser un alquimista en busca de ingredientes mágicos, le ofreció a Hugo una oportunidad única: una receta secreta para un pastel que haría que cualquier persona que lo comiera quedara perdidamente enamorada del panadero. A cambio, el viajero solo pedía una cabeza de ajo muy especial que, según él, estaba enterrada en el cementerio del pueblo."
Los niños se miraban entre ellos, confundidos. Don Esteban continuó, disfrutando de su desconcierto: "Hugo, en su codicia y ambición, aceptó el trato sin pensar. Esa misma noche, se escabulló al cementerio y, entre tumbas y lápidas, desenterró la cabeza de ajo. Pero algo salió mal. Al retirar la cabeza de ajo, un hechizo antiguo se activó, y Hugo perdió su propia cabeza en el proceso."
"Desde entonces, cabalga en busca de su cabeza perdida, aunque algunos dicen que todavía lleva el ajo encantado consigo. Y aquí está lo curioso: se dice que si encuentras a Hugo y le das un pastel con ajo, te concederá un deseo. Pero, por supuesto, esto solo lo saben unos pocos."
Uno de los niños, más valiente que el resto, preguntó: "¿Y qué hay de los que dicen haber visto al jinete con una calabaza en lugar de cabeza?"
Don Esteban soltó una carcajada: "¡Ah, esa es otra historia completamente diferente! Algunos aseguran que Hugo se cansó de buscar su cabeza y decidió usar una calabaza encantada que encontró en el campo. Otros dicen que la calabaza le fue impuesta por una bruja malhumorada a la que le robó ingredientes para sus pasteles. Y hay quienes afirman que todo es una invención de los agricultores para mantener a los niños alejados de sus cosechas."
Los niños se alejaron, algunos riendo, otros todavía asustados, y uno que otro decidido a encontrar a Hugo y su cabeza de ajo. Don Esteban, por su parte, observó cómo se dispersaban y murmuró para sí mismo: "La verdad nunca es tan sencilla como parece, y el jinete sin cabeza siempre tendrá una historia más que contar."
Y así, la leyenda del jinete sin cabeza siguió viva, cambiando y adaptándose con cada nuevo narrador que se atrevía a contarla.
Source chatgpt
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