El Pájaro Dorado

Érase una vez, en un reino ubicado entre colinas esmeralda y arroyos cristalinos, vivía un rey sabio y justo. Su reino prosperaba bajo su mandato, y su gente vivía en paz y armonía.


Un día, mientras el rey paseaba por sus exuberantes jardines, vio un magnífico pájaro dorado posado en una rama. Sus plumas brillaban bajo la luz del sol, arrojando un resplandor radiante sobre el jardín. Fascinado por su belleza, el rey decidió capturar al pájaro dorado y hacerlo suyo.

Convocó a sus tres hijos y les ordenó emprender una búsqueda para capturar al pájaro dorado. El hijo mayor, audaz y aventurero, partió inmediatamente, ansioso por demostrar su valía. El segundo hijo, astuto y recursivo, lo siguió de cerca. Y el hijo menor, gentil y de buen corazón, se unió a la búsqueda con un sentido del deber hacia su padre.

Los hermanos viajaron lejos y amplio, encontrando innumerables desafíos en el camino. Enfrentaron fieras bestias, bosques traicioneros y castillos encantados. Sin embargo, a pesar de sus pruebas, ninguno pudo capturar al esquivo pájaro dorado.

Finalmente, llegaron a un sabio anciano que reveló el secreto para capturar al pájaro dorado. Les dijo que el pájaro solo podía ser atrapado con una red hecha de seda pura, tejida con hilos de bondad y compasión.

Decididos a tener éxito, los hermanos se pusieron manos a la obra. El mayor elaboró la red con habilidad y precisión, el segundo reunió la seda más fina de tierras lejanas, y el menor impregnó los hilos con amor y empatía.

Armados con su red especial, los hermanos regresaron al reino del rey. Allí, en el corazón del jardín, tendieron su trampa. Cuando el pájaro dorado se posó en la rama, lanzaron su red, capturándolo suavemente y sin hacerle daño.

Regresando triunfantes ante su padre, los hermanos le presentaron al pájaro dorado. Pero mientras el rey contemplaba su plumaje radiante, se dio cuenta de que el verdadero valor del pájaro no residía en su belleza, sino en el amor y la unidad que había inspirado entre sus hijos.

Desde ese día en adelante, el pájaro dorado permaneció como un símbolo preciado de su vínculo, recordándoles siempre el poder de la bondad, la compasión y la unidad. Y el reino continuó prosperando bajo el sabio gobierno de su amado rey y sus tres hijos.

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